Skip to main content

Acreditada pregrado

7 años por la CNA 

Noticias

Experto de la UV integró la comisión que redactó el informe de la OPS sobre salud mental

12 Jun 2023

Contar con un sistema de alcance nacional que facilite la identificación oportuna de los individuos de mayor riesgo suicida y avanzar en la formación de educadores y profesionales de la salud con las competencias necesarias para que diagnostiquen adecuadamente este problema y brinden la ayuda necesaria son parte de los principales desafíos que para Chile genera el Informe de la Comisión de Alto Nivel de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sobre Salud Mental y Covid-19.

Así lo plantea el doctor en Psiquiatría y Cuidados Comunitarios e investigador de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso (UV) Rubén Alvarado, único especialista chileno que integró el equipo de expertos internacionales que participó en la redacción de ese documento.

El texto dado a conocer hoy viernes al mediodía en la ciudad de Washington DC, en una ceremonia en la que participó a distancia el presidente Gabriel Boric, forma parte de la Nueva Agenda de Salud Mental para las Américas, conjunto de políticas y estrategias que la Organización Mundial de la Salud ha definido como prioritarias para la recuperación postpandémica de la población a nivel global.

Alvarado explica que las quince recomendaciones generales que la OPS entrega en su informe buscan abordar en forma efectiva los problemas de salud mental que ya existían previo a la pandemia, pero que se vieron agravados por esa emergencia sanitaria.

El especialista señala que las conclusiones de dicho documento deben ser consideradas como un continuo que refuerza los planteamientos iniciados con la Declaración de Caracas de 1990, compromiso que todos los países del continente asumieron para reformar la atención psiquiátrica tradicional y promover un sistema de atención de salud mental basado en la comunidad, descentralizado, participativo, integral, con continuidad de los cuidados y con énfasis mayor en lo preventivo.

“Lo que hizo la pandemia fue visibilizar aún más los problemas de salud mental ya presentes en el continente y en Chile. Desde hace mucho sabemos que un tercio de las personas desarrolla uno o más problemas de salud mental durante su vida. Es decir, estamos hablando de afecciones que siempre han sido frecuentes pero que en el último año parecen haber aumentado. Así lo hemos comprobado especialmente entre los jóvenes”, dice el experto de la Escuela de Medicina de la UV.

Avance insuficiente

En línea con lo anterior, el informe de la OPS advierte que la salud mental es un área que sigue estando desatendida en el continente y que la mayoría de los países americanos está lejos de lograr el objetivo de pasar de un sistema de atención centrada en los hospitales psiquiátricos y las internaciones de largas estadías a uno orientado a brindar cuidados en la comunidad, con una mayor capacidad resolutiva en los centros de atención primaria (cesfam) y en coordinación con los centros comunitarios especializados (cosam y cesam).

El doctor Alvarado señala que el estigma, los prejuicios y la discriminación a las personas con un diagnóstico psiquiátrico sigue siendo un problema muy importante y que puede limitar el acceso a un tratamiento, pero especialmente para lograr su desarrollo integral, con inclusión escolar o laboral y pleno ejercicio de la ciudadanía.

“En este escenario, Chile es uno de los pocos países dentro de América Latina que ha avanzado de manera sistemática en este tema, en especial a partir del año 2000, gracias a sus planes nacionales de salud mental y psiquiatría que han orientado el desarrollo de los servicios con este enfoque comunitario e integral”, explica el único experto chileno que integró la Comisión de Alto Nivel sobre Salud Mental y Covid-19 de la OPS.

No obstante, Alvarado aclara que con la pandemia este avance tuvo un retroceso. En efecto, un estudio colaborativo realizado entre 2020 y 2021 por el Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencias del King’s College de Londres, que indagó sobre las secuelas del covid-19 en materia de salud mental en once países, y del que el académico de la Universidad de Valparaíso fue investigador principal en Chile, reveló que el impacto de esta enfermedad fue gravitante.

“Esta investigación -comenta- da cuenta que con la pandemia hubo un descenso de un treinta por ciento de las prestaciones en salud mental en los centros de atención primaria, cosam y hospitales respecto de las que se brindaban antes de la emergencia sanitaria y, para ser más exactos, antes del estallido social. Estas prestaciones se han ido recuperando y a fines de 2022 en Chile se acercaban al noventa por ciento de las que teníamos en el primer semestre de 2019”.

Suicidio

Un problema específico que se aborda en este informe es el suicidio.

Chile ocupa el décimo lugar entre los países de América con las tasas más altas de mortalidad por esta causa y para el psiquiatra de la Escuela de Medicina de la UV ésta debería ser una de nuestras principales preocupaciones. “Chile lleva una década aplicando un programa nacional de prevención del suicidio, lo que ha sido un avance y ha permitido un leve descenso de las tasas de mortalidad específica por esta causa. Pero aún hay mucho por hacer, en especial en la capacidad para identificar personas con mayor riesgo, brindar una primera ayuda -para la que todos debiéramos estar preparados, en la escuela, en el trabajo y en otros lugares- y contar con un sistema de atención que le asigne prioridad, ya que es la vida lo que está en juego”, fundamenta.

Alvarado, junto a los psiquiatras Fanny Leyton y Marcelo Briceño, ambos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, realiza una investigación sobre el riesgo suicida en estudiantes chilenos de entre séptimo básico y tercero medio que compara dos grupos diferentes: uno en el primer semestre de 2019 y otro en el primer semestre de 2022, observando que el porcentaje de jóvenes con riesgo suicida aumentó de veintinueve a casi 38 por ciento. Además, el estudio establece que la presencia de síntomas severos de depresión y de ansiedad, ser mujer y el menor apoyo familiar son los factores que más se asocian al riesgo suicida.

“Necesitamos avanzar en este tema al interior de los establecimientos de enseñanza básica, media, y superior. En esto es clave que los ministerios de Educación y de Salud trabajen con mayor sinergia, porque necesitamos crear una cultura que valore la salud mental como algo que se construye en las relaciones sociales, cada día, y en la que todos estemos atentos para brindarle apoyo y ayuda a quien la necesite. Hemos construido una sociedad donde las personas están cada vez más centradas en sí mismas y distantes unas de otras. La OPS lo viene reconociendo hace varios años como un problema prioritario y por eso insta a los gobiernos a hacer un esfuerzo más para reducir estas muertes. Nosotros estamos estudiando los factores específicos en nuestra realidad, que nos permitan identificar acciones más efectivas y perfiles de riesgo eficientes en la detección”, afirma el especialista.

Enfoques estratégicos

El documento que entregó la OPS destaca también la necesidad de que los gobiernos hagan de la salud mental una prioridad a nivel nacional, ampliando y mejorando los servicios de base comunitaria, incorporando la salud mental en todas las políticas y aumentando la financiación para lograr una mayor cobertura, mediante programas que respeten y protejan los derechos humanos de las personas en base a políticas inclusivas y pro diversidad (étnica y de género, entre otras).

Al respecto, Rubén Alvarado -quien en la última década ha dirigido y participado en más de una decena de investigaciones financiadas por entidades chilenas, estadounidenses y europeas sobre la salud mental- sostiene que Chile debe avanzar en cinco aspectos.

  1. Aumentar la capacidad de respuesta de los centros de atención primaria (cesfam), tanto en el diagnóstico como en el tratamiento. Según él, hay muchos aspectos que influyen en esto, pero destaca el rol de las universidades en la formación de profesionales y la necesidad de fortalecer competencias para trabajar en diversas comunidades y culturas diferentes, como la de nuestros pueblos originarios. “En otras palabras, estamos al debe en la formación, que muchas veces es demasiado especializada y no considera el manejo de los problemas que se observan en atención primaria”, asegura Alvarado.
  2. Profundizar el enfoque comunitario, brindando una atención que incorpore las necesidades de la persona más allá de los síntomas de su enfermedad. “Esto implica una perspectiva más amplia, trabajando en equipos transdisciplinarios y con un enfoque de derechos basado en el ‘principio de decisiones compartidas’, por el que el profesional que atiende asume más un rol de consejero, aceptando las decisiones en la persona que recibe la atención”, sostiene el psiquiatra.
  3. Integrar el enfoque de “recovery”. “La persona aprende a manejar su condición y sus síntomas, reconstruyendo su proyecto de vida e incluso ayudando a otros con su propia experiencia. La persona asume un rol activo en su proceso de recuperación, definiendo sus objetivos vitales y tomando decisiones informadas sobre su plan de tratamiento”, plantea el académico e investigador.
  4. Integrar un enfoque intercultural, que consiste en “aprender a mirar y aceptar la diversidad cultural, comprender el contexto al que pertenece y en el que vive la persona, en especial con personas que pertenecen a pueblos originarios o habitantes que viven en territorios con tradiciones específicas. Algo similar se aplica a los migrantes, cuyo proceso de inserción muchas veces es particularmente complejo y duro”.
  5. Aplicar el enfoque de género. Desarrollar y fortalecer programas multisectoriales de promoción y prevención de la salud mental, así como los planes terapéuticos, con perspectiva de género y capacidad para evaluar y abordar las necesidades de hombres, mujeres, personas trans y no binarias. Según Rubén Alvarado, Chile sin duda ha avanzado en políticas y legislación en esta materia, pero necesita avanzar más en la entrega de competencias específicas para esto a educadores, profesionales de la salud y especialistas.