Construyendo resiliencia moral colectiva en tiempos de Covid
Tras un año de pandemia, el personal sanitario ha sufrido el desgaste físico y emocional de lidiar con un virus que no da tregua y que en la actualidad afecta a una población más joven que en 2020.
Ante ello, el Laboratorio de Medicina Narrativa de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, dirigido por la profesora Pamela Jofré, organizó el primer coloquio del año con el tema “Construyendo resiliencia moral colectiva en tiempos de Covid”, para lo cual contó con la exposición de la enfermera, Magíster en Bioética y Doctora en Filosofía, Janet Delgado.
La doctora Jofré sostuvo que la conferencia se enmarca en una propuesta de narrativa que como Laboratorio han querido rescatar y trabajar la construcción de resiliencias morales. “Esta no es la primera crisis en la región, la pandemia nos expone cosas que siempre tuvimos. Hace siete años hubo un incendio terrible en la zona y también se construyó resiliencia moral”, expresó la doctora Jofré.
Janet Delgado, enfermera clínica de UCI, sabe muy bien de resiliencia moral colectiva en un contexto relacional y así lo publicó en un artículo en el BMJ Journal Medical Ethics.
Explicó que cuando un profesional sanitario, como agente de salud, no puede o no actúa de acuerdo a sus juicios morales, debido a restricciones institucionales o internas se presenta distrés o angustia moral.
Distrés y resiliencia moral
La enfermera diferenció el dilema moral del distrés moral, ya que, en este último, el personal sabe cómo actuar, pero no puede hacerlo porque se encuentra atado de manos por restricciones internas o externas.
“Las cuestiones éticas que normalmente surgen en la práctica diaria tienen un importante impacto emocional, pero con la pandemia ha aumentado de forma exponencial. Ha desencadenado distrés moral en los profesionales sanitarios por diferentes razones, tales como la necesidad de priorizar recursos escasos, profesionales que no pueden proporcionar el mejor cuidado o falta de EPP”.
Detalló que como respuesta a estas situaciones de distrés surgen el coraje moral y la resiliencia moral. El primero se refiere a la capacidad para superar el miedo y defender los valores fundamentales; mientras que la resiliencia moral implica la capacidad para mantener o restaurar la integridad en respuesta a la complejidad moral.
Buscando un concepto más colectivo de resiliencia moral, la Doctora junto a un grupo de investigadores proponen la resiliencia moral colectiva, como capacidad compartida que surge dentro de un grupo con confianza mutua y conexión, a través del proceso de compartir situaciones éticamente desafiantes, pensar juntos los retos y dialogar para mantener o restaurar la integridad moral en respuesta al sufrimiento moral.
“La resiliencia debe ser fomentada debido al enorme desgaste emocional que tienen el trabajo del cuidado, así como la responsabilidad y el riesgo que entraña. Pero nunca la resiliencia debe fomentarse como mecanismo para sobrellevar situaciones inaceptables y peligrosas condiciones de trabajo”, dijo.
Comunidades de práctica
Así, plantea las comunidades de práctica como el grupo de personas donde puede generarse esa capacidad compartida. Los medios serían el diálogo y pensar juntos. “Una comunidad de práctica es un espacio intencional para promover el intercambio de experiencias que emergen en la práctica clínica, ya sea para compartir información clínica sobre problemas relevantes o para expresar la propia vulnerabilidad abordando problemas éticos y explorando puntos alternativos de perspectiva y cursos de acción”, precisó.
Estas pueden ayudar a construir resiliencia moral colectiva porque los profesionales que tienen una fuerte red de apoyo, tienen menores grados de estrés y ansiedad. Asimismo, cuando el personal sanitario tiene la oportunidad de compartir experiencias, los colegas tienden a conocerse mejor, creando mayor confianza y empatía entre ellos y mejor trabajo en equipo.
“Las organizaciones tienen el deber de cuidar a los que cuidan de los demás. El rol de la organización debe ser responder al distrés moral y construir un entorno de práctica ética”, agregó.
En el coloquio intervinieron luego Rodrigo Riveros, subdirector médico del hospital Van Buren y el médico intensivista Glenn Hernández. Riveros opinó que resiliencia es muy distinta a resignación. “No podemos validar las precariedades de antes de la pandemia que se han visto amplificadas. (…) No es admisible, no podemos seguir resignados y avalar precariedades de un sistema sanitario que arrastramos. No es resignación ni avalar la precariedad”, precisó.
El doctor Hernández habló desde la experiencia de la unidad de cuidados intensivos, donde se desempeña. “Nosotros, sin querer hemos sido una comunidad en práctica. Es fácil hacerlo cuando uno está en un grupo cerrado. La pandemia en la UCI nos obligó a usar a todos ropa de pabellón y mascarilla y eso ayuda a crear un ambiente. Hoy la carga de trabajo es dos a tres veces de pacientes no Covid; eso ha significado crear lazos inmensos. Los espacios de diálogos que hemos tenido con todos los integrantes del equipo han sido maravillosos y en esta pandemia hemos aprendido a ser vulnerables. No tenemos caretas, nos abrazos y lloramos. Cuando se muere un paciente nos damos un tiempo, hacemos un rito y hacemos un minuto de silencio. Es un silencio que duele”, relató.
Destacó que siempre han trabajado en equipo, pero ahora con más conciencia que son seres humanos. “Ha sido una experiencia emocionante de crecimiento colectivo. Nos conocemos mucho más ahora”, reconoció.
Finalmente, la directora de la Escuela de Medicina, doctora Catherine Soto, agradeció a la panelistas y comentaristas y relevó la importancia que, desde los primeros años, las y los estudiantes de Medicina se reconozcan a sí mismos como seres vulnerables, al igual que los pacientes. “Debemos fortalecer a nuestros alumnos y generar comunidades de apoyo y de confianza”, concluyó.