Dra. Aída Milinarsky: “Haré triatlón hasta que me dé la carrocería”
“Hasta los 50 años no hacía nada de deporte, era muy sedentaria, no corría ni para tomar la micro”, cuenta en un tono serio y directo la pediatra, doctora Aida Milinarsky, la doctora Mili como la conocen sus pequeños pacientes. Ex académica de la Escuela de Medicina UV, durante 40 años ejerció la docencia en el Departamento de Pediatría y los últimos 7 años estuvo a cargo de Postgrados y Postítulos, donde logró acreditar 16 programas y reacreditar 2 programas de Postítulos de Medicina junto al equipo que integraba.
La médico de 71 años corrió el Ironman 70.3 de Pucón robándose todas las cámaras y menciones en Twitter bajo la etiqueta de búsqueda #IronWoman. Ese día la “mujer de hierro” se lució con un crono de 8 horas 47 minutos 3 segundos. Y no era la primera vez que competía.
“He competido en veintiún Ironman 70.3 (medio Ironman) y seis completos, como el de Hawaii, el que he corrido dos veces”, sostiene con orgullo.
En la primera ocasión que compitió en el archipiélago hizo un tiempo de 17 horas 3 minutos y 46 segundos para completar 3,86 kilómetros de natación, 180 km de ciclismo y 42 km de trote, lo que la dejó fuera por tan solo 3 minutos. Dos años después logró bajar su tiempo a 16 horas 35 minutos. La competencia de Pucón, en tanto, contempla 1,9 km de nado, 90 km de bicicleta y 21 km de trote.
“Para competir en Hawaii hay que clasificar. Yo había ganado previamente en mi categoría los Ironman de Sudáfrica y Florianópolis respectivamente”, explica.
-¿Qué la llevó al deporte y específicamente al triatlón, una prueba tan exigente?
“Mis niños ya habían crecido y tenía más tiempo para hacer deporte; el trabajo entre la Universidad y la consulta era muy absorbente. Comencé a ir al gimnasio y hacer deporte al aire libre con más gente y un entrenador me hizo correr. Como vivo en el borde costero, me empezó a gustar el deporte al aire libre y empecé a combinar con bicicleta -que ya me gustaba- y luego me enseñaron a nadar, porque no sabía”.
Al tiempo participó en una pequeña competencia y le tomó el sabor a aquello de tener una meta por delante. Actualmente corre en promedio tres triatlones por año.
En su consulta cuelga sus medallas como una forma de estimular a sus pacientes a practicar deporte para combatir la obesidad infantil, que va en alarmante escalada en nuestro país.
-¿Qué le dicen sus pacientes?
“Los niños preguntan por las medallas y se motivan. Muchos han seguido los pasos, compiten en distintos deportes, me mandan fotos de sus logros y medallas”.
-¿Ha logrado contagiar también a su familia?
“Sí, un hijo hace Ironman, una nieta practica Ironkids, otro hijo nada en aguas abiertas y una nuera corre maratón y trekking; con ella he ido a competir a París y al Patagonia .Hacer deporte es calidad de vida, ya no puedo vivir sin el deporte”.
-¿Ahora que jubiló de la UV tiene más tiempo para entrenar?
“Ahora en vez de levantarme a las 6, lo hago a las 7 de la mañana para ir a nadar. Voy al gimnasio para fortalecer, cosa que no hacía antes”.
Su rutina de entrenamiento siempre ha sido alternar nado, trote y bicicleta . El jueves lo reserva para una mañana deportiva con su entrenador de siempre, Jaime Mundaca, incluso cuando trabajaba en la Escuela de Medicina. Practica natación en grupo en la piscina de un colegio y el pedaleo comienza en equipo, toda la mañana del domingo, pero termina sola porque reconoce ser más lenta que los demás. “Soy vieja, sólo alcanzo a partir con ellos”, dice.
Sostiene que el deporte y una alimentación saludable, son las únicas armas para combatir la obesidad a toda edad. “La única solución es hacer ejercicio y comer sano. Las dos cosas juntas pueden solucionar este problema creciente, que en nuestro país no se justifica teniendo tanta naturaleza y paisajes. Por otro lado, está demostrado que cuando se hace ejercicio, la gente rinde mucho más. La mente necesita espacios de liberación y el deporte es uno potente”.