Mensaje es parte de las conclusiones del Octavo Congreso Chileno de Salud Pública y Décimo Congreso Chileno de Epidemiología que se celebraron en noviembre pasado en la Universidad de Valparaíso, y cuya declaración final fue dada a conocer recientemente por el comité organizador de esos encuentros.
“La acción climática y ecológica es la mayor oportunidad para la salud pública de nuestra era. Mitigar la crisis planetaria, así como investigar en mecanismos de adaptación, no es solo una obligación, sino el camino más efectivo para prevenir enfermedades, reducir sufrimiento y crear sociedades más equitativas, resilientes y saludables. El momento de actuar es ahora”.
Estas palabras corresponden al epílogo de la declaración final del Octavo Congreso Chileno de Salud Pública y Décimo Congreso Chileno de Epidemiología, que se desarrollaron los días 20, 21 y 22 de noviembre pasado, en forma simultánea, en la Universidad de Valparaíso, y que fueron inaugurados por la ministra de Salud, Ximena Aguilera.
El documento fue dado a conocer recientemente por el comité organizador de esos encuentros, y su contenido considera las propuestas e ideas que consensuaron los casi seiscientos expertos, especialistas, líderes comunitarios, académicos e investigadores de todo el país y de las más diversas disciplinas e instituciones que participaron en dichos foros, en temas que han adquirido gran trascendencia para la humanidad, como consecuencia del cambio climático y la brecha que en materia de bienestar biopsicosocial enfrentan diversas poblaciones.
Entre las entidades que avalan y entregaron su respaldo al texto figuran la Sociedad Chilena de Salud Pública, la Sociedad Chilena de Epidemiología, la Sociedad Chilena de Salud Pública Oral, la Red Chilena de Instituciones Formadoras en Salud Pública y la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, además del Departamento de Salud Pública de la Escuela de Medicina y la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso.
Conclusiones principales
La declaración advierte, en términos generales, que ha quedado claro que la salud de las personas es indivisible de la salud del planeta y que su abordaje, dada la complejidad del problema, requiere una mirada transdisciplinaria e intersectorial.
Este mensaje central se sustenta en cinco conclusiones cuyos argumentos emanan de la serie de exposiciones, trabajos, análisis, discusiones y reflexiones que se dieron en el seno de ambos congresos, como eje de su convocatoria:
—Primera: No hay salud humana sin un planeta sano. Se ratifica el concepto de "Una Sola Salud" o "One Health", que integra de forma inseparable la salud humana, la salud animal y la salud de los ecosistemas. La degradación ambiental (cambio climático, pérdida de biodiversidad, contaminación) es la mayor amenaza para la salud pública del siglo XXI.
—Segunda: Crisis climática. El calentamiento global está exacerbando las enfermedades cardiovasculares, cánceres, problemas de salud mental y respiratorias, ampliando la distribución de enfermedades infecciosas transmitidas por vectores (como el dengue y la malaria), aumentando el riesgo de cáncer, emergencias y desastres que comprometen la salud humana, la seguridad alimentaria y del agua de consumo.
—Tercera: Contaminación. La contaminación del aire, el agua y el suelo es responsable de millones de muertes prematuras anuales por cáncer, enfermedades respiratorias, cardiovasculares y neurológicas. Se declara una emergencia sanitaria silenciosa.
—Cuarta: Pérdida de biodiversidad. La destrucción de hábitats naturales incrementa el riesgo de zoonosis (enfermedades transmitidas de animales a humanos), como se demostró con la pandemia de Covid19. La pérdida de diversidad biológica también erosiona el acceso a medicamentos y alimentos nutritivos.
—Quinta: Injusticia planetaria e inequidades. Las poblaciones más vulnerables y marginadas, y que probablemente menos han contribuido a la crisis climática, son las que sufren de manera más desproporcionada sus impactos en la salud y en la calidad de vida, profundizando las desigualdades económicas y sociales.
Llamados a la acción
Asimismo, la declaración final del Octavo Congreso Chileno de Salud Pública y Décimo Congreso Chileno de Epidemiología incluye un llamado a la acción urgente y transversal en cinco ámbitos específicos:
—Transformación de los sistemas alimentarios. Se debe impulsar una transición hacia dietas basadas en plantas, sostenibles y justas, y la disminución de la producción y consumo de productos ultraprocesados. Esto también implica reducir drásticamente el desperdicio y la pérdida de alimentos y promocionar la agroecología y la agricultura regenerativa.
—Transición energética justa y rápida. Es necesario priorizar políticas que mejoren la calidad del aire en las ciudades, promuevan el transporte activo y público, así como entornos más saludables.
—Protección y restauración de ecosistemas. Es indispensable frenar la deforestación y la degradación de tierras, además de proteger los océanos y los espacios verdes urbanos como infraestructuras críticas de salud pública. También se debe proteger el acceso a agua de consumo humano de calidad.
—Fortalecimiento de los sistemas de salud y adaptación a la crisis. Hay que preparar los servicios de salud para responder a los impactos de la crisis climática (olas de calor, desastres naturales, nuevas epidemias). De igual modo, es imperioso incorporar la evaluación del impacto en la salud planetaria en todas las políticas públicas.
—Transformar la formación de los profesionales de la salud. En este ámbito se debe intervenir los currículos de formación para que los contenidos de salud ambiental y salud planetaria sean tratados de manera trasversal, longitudinal, interprofesional y transdisciplinaria durante la formación de pregrado y de postgrado.
Peticiones
Por último, el documento de cierre de los congresos de Salud Pública y de Epidemiología da cuenta y fija postura en seis criterios que esboza a modo de petición para las autoridades responsables del país, en distintos niveles y áreas.
En tal sentido solicita, en primer término, que se aplique un abordaje multisectorial, por entender sus autores que la salud planetaria no es competencia exclusiva de los ministerios de salud. Se requiere la colaboración activa de muchos otros sectores, entre ellos ambiente, energía, agricultura, economía, transporte y educación, así como de las comunidades y la academia.
También exige un liderazgo valiente, con políticas coherentes y un financiamiento adecuado para una transición ecológica, saludable y sostenible, además de la elaboración de una estrategia comunicacional y educacional para que se comprenda, por parte de los responsables políticos, demás entes tomadores de decisión y de la ciudadanía en general, que el sistema actual no se sustenta a mediano ni a largo plazo y que las consecuencias a las que estamos expuestos y expuestas hoy, en medio de una crisis ambiental global, exigen medidas que se basen en la ciencia.
A lo anterior agrega la necesidad de que todas las decisiones políticas, sociales y económicas deben evaluar su impacto en la salud y el bienestar de las generaciones futuras. En efecto, y en línea con esto mismo, pide promover y practicar el activismo seguro, dada la situación extremadamente riesgosa que existe para las personas de la sociedad civil que a diario padecen los efectos de la industria (minera, inmobiliaria, pesquera, etcétera) que hacen necesaria una mayor preocupación por su protección y priorización.
Por último, la declaración formula su deseo de que las entidades e instituciones pertinentes generen más y mejor evidencia. Sobre este aspecto, la declaración advierte que se requiere una más potente inversión en la creación de conocimiento nuevo, inter y transdisciplinar, con múltiples abordajes metodológicos, para enriquecer y robustecer la evidencia necesaria para salir de la crisis planetaria al más breve plazo.
Nota: Gonzalo Battocchio / Foto: Matías Salazar